La imprudencia de Sarkozy.

A Manlio Fabio Beltrones no le gustó que Nicolás Sarkozy tocara el tema de Florence Cassez en la tribuna del Senado. Fue de los pocos que no le aplaudió al presidente francés cuando terminó su discurso. El legislador del PRI considera que el recinto legislativo no es lugar para hablar de un problema que corresponde a los poderes ejecutivos. “No fuimos nosotros los que hicimos el montaje para la televisión”, criticó el priista.

Sarkozy hizo caso omiso de las peticiones previas que le hicieron para que no abordara el caso en la tribuna legislativa. “Estaba pactado que no hablara de ello”, aseguró el senador del PRD, Graco Ramírez. Manlio precisó: “sólo se le recomendó”.
El propio Beltrones comentó, en cortito, que los senadores galos no querían que su presidente visitara la Cámara alta; pero los diputados sí, a condición de que se ocupara de la francesa encarcelada por secuestro.

El sucesor de Jacques Chirac se mostró tan vehemente, como imprudente. Reconoció que le pidieron que no comentara el asunto. “Con eso me dieron más ganas de comentarlo”, recalcó sonriente. Apenas lo hizo, dejó de hablar sólo para los mexicanos, y comenzó a hacerlo para sus compatriotas.

Y si no, juzgue usted:

“No soy el hombre de la impunidad para nadie, pero al mismo tiempo tengo una responsabilidad frente a mis conciudadanos; hagan lo que hayan hecho. Pido que se respete ese equilibrio. No soy aquel que tiene un discurso para unos y otro para los otros.

“Tengo la responsabilidad de ocuparme de los franceses, sean quienes sean, pero no por ser francés uno se merece la impunidad. Cuando sé es una gran democracia (¡olé!) hay que aplicar los convenios internacionales”.

Se refería, obvio, a los tratados que permiten a un reo compurgar las penas en sus países de origen.

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Sarkozy llegó 36 minutos tarde a la sesión solemne. Eso metió en un brete a la Mesa Directiva. Nadie sabía lo que pasaba. Ni siquiera su presidente, el panista Gustavo Madero. Hasta en un par de ocasiones bajó a recibir al mandatario francés. Nada. Las versiones corrieron. “Se atrasó la conferencia de prensa”; “está en sesión de fotos”. Beltrones de plano se salió del salón y se fue a sus oficinas. “Me avisan cuando llegue”, pidió. José González Morfín, vicepresidente, no salía de su asombro. “Me extraña, porque el Estado Mayor es muy riguroso con los tiempos”.

El reloj electrónico marcaba las 12:51 horas cuando la celebre pareja entró al recinto. Por delante su esposa, la bella Carla Bruni. Detrás el polémico Nicolás. Él subió a la tribuna, ella se sentó en primera fila. Su presencia en el Senado había rebasado las expectativas. Ni los príncipes de Asturias tuvieron tanto quórum cuando lo visitaron, en septiembre pasado. Hubo 66 senadores al arrancar la sesión. Con Sarkozy y Bruni fueron 88.

Un comentario final de Manlio: “Me impactó más la vehemencia de Sarkozy, que la belleza de su señora esposa”.

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La víspera de la sesión solemne abrimos el portal del diario Le Monde. Una nota sobre el presidente francés encabezaba la lista “las más comentadas”. En el prestigiado cotidiano se leía:

“El antisarkozismo está de regreso. Lo que no era más que una reacción de los medios militantes y radicales al principio de la presidencia de Nicolás Sarkozy, se transforma en un sentimiento que se extiende en la opinión pública. Mientras (el hombre) batalla para convencer sobre la pertinencia de su plan anticrisis, el jefe de estado cristaliza un descontento creciente. Este se expresa en las huelgas de los obreros contra el cierre de fábricas, pero también en categorías (de la población) hasta ahora relativamente protegidas: magistrados, abogados, médicos, maestros, estudiantes, profesionistas.

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La espera a Sarkozy reunió en el mismo grupo a los presidentes de las cámaras: el senador panista Gustavo Madero y el diputado priista, Cesar Duarte. ¿Está aquí el próximo gobernador de Chihuahua? Preguntamos. Madero miró a Duarte y con una mano imitó el juego de piedra, papel y tijera. “¿Nos la jugamos al pin pon papas?” preguntó en broma. Cuando Manlio se unió al grupo, el famoso narigón cronista, Fidel Samaniego, reformuló la pregunta. “No tengo la menor duda”, respondió el sonorense, con los ojos clavados en Duarte.

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A Luis Téllez lo vieron muy sonriente en Los Pinos. No era para menos. El ex titular de la SCT ya tuvo su primera reunión con Felipe Calderón en su calidad de asesor de la presidencia. Atrás parece haber dejado el escándalo de las grabaciones que le costo la chamba.

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Leí ayer en Excélsior que la señal de Cadena Tres llegará por fin a los suscriptores de SKY. Me dio un enorme gusto. Soy uno de ellos.

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