Un costoso dedazo

Fue una cena a puerta cerrada. Tres personajes de la cúpula del PRI compartieron mesa con Beatriz Paredes la noche del miércoles pasado. Los temas a discusión: la elección de Jesús Vizcarra --delfín del mandatario Aguilar Padilla--, como candidato a gobernador del tricolor en Sinaloa, pero también la posible incorporación del senador priista, Mario López Valdés, como abanderado de una coalición opositora.

Los tres personajes bordaron su alegato alrededor de la inconveniencia de que el PRI postule como candidato al ex alcalde de Culiacán. Vizcarra se ha visto obligado a negar supuestos vínculos con El famoso Mayo Zambada. “No tenemos pruebas”, refutó la presidenta del PRI, según uno de los comensales. Beatriz, sin embargo, se comprometió a reunirse con el gobernador saliente para discutir la delicada situación.

Malova también les preocupa, y mucho. La última encuesta de Arcop lo coloca cinco puntos por encima de Vizcarra (49-44) si la coalición lo hace su candidato. Por eso lo quieren retener. Este reportero se enteró que le van a ofrecer un acuerdo político, que incluye nombramiento de candidatos a diputados y alcaldes en distintas regiones del estado, a cambio de que no abandone el PRI.

Supimos, por otro lado, que ese sábado, López Valdés tiene programada una comida en Culiacán con el nutrido grupo de panistas disidentes, que comanda el Adolfo Rojo, para que el senador pueda visualizar el apoyo que le pueden ofrecer, en caso de que decida entrarle a la contienda interna del azul. “La decisión la voy a tomar durante el fin de semana”, nos dijo el propio Malova.
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Más de medio siglo del torpe bloqueo estadounidense no le ha hecho tanto daño a la dictadura “revolucionaria” cubana de los hermanos Fidel y Raúl Castro, como la huelga de hambre que mató al albañil Orlando Zapata, y la que tiene en los huesos al indomable periodista Guillermo Fariñas, ambos presos de conciencia.

La diplomacia habanera no encuentra el modo hacer un control efectivo de daños del espinoso asunto. En su desesperación ha recurrido a acciones que están completamente fuera de las normas diplomáticas, y que terminan en un autentico búmeran para quienes otrora significaron la resistencia al “imperialismo yanqui”.

Es el caso de la carta que el embajador de la isla en México, Miguel Aguilera de la Paz, le envió al senador del PAN, Rubén Camarillo, para evitar que en la tribuna de la Cámara alta se presentara un punto de acuerdo que condena la muerte del disidente cubano y reclama la liberación de los presos de conciencia encarcelados en la isla.

El escrito del cubano lleva a la esquizofrénica amenaza de que la condena podría incidir negativamente en las relaciones entre los dos países. Dice también que el albañil Zapata no era un preso de conciencia, sino un “colaborador” de una potencia extranjera (EUA) que promueve la desestabilización de Cuba.

Los senadores, obviamente, lo mandaron a volar. Nadie subió a defender lo indefendible. Hasta el inefable perredista Pablo Gómez, comunista en sus tiempos mozos, exigió la liberación de los presos políticos en la isla. Otro izquierdista, Graco Ramírez, hasta una visa solicitó para trasladarse a la isla. Quiere entrevistarse con los presos políticos y defensores de los derechos humanos. Las quejas del embajador sólo encontraron eco en la senadora Yiedkol Polevsky quien, dijo, Camarillo intentó tronar el explosivo punto de acuerdo.

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Nos quedamos boquiabiertos con la crítica postura expresada en tribuna por Rosario Green, al hablar de la postura mexicana en el espinoso tema. La ex canciller zedillista le puso una fuerte vapuleada a la diplomacia calderonista.

Integrante de un partido que durante décadas fue aliado de Fidel Castro, la senadora del tricolor habló del “doble rasero” con el que el gobierno de México mide ahora su actuación en materia de política exterior, y criticó el blandengue comunicado de Patricia Espinosa, titular de la SRE, sobre la muerte de Zapata. “(El comunicado) empieza con el derecho a la autodeterminación, y acaba por no censurar nada”, aseveró Green.