Clientes especiales.

La orden era tajante. El gerente de Caliente –lugar de apuestas-- en Acapulco, había cerrado una de las dos cajas disponibles para un cliente “especial”. Sólo él podía apostar allí. Los demás tenían que esperar turno para comprar sus boletos en una maquinita ambulante, que operaba, eso sí, una escultural morenita.

¿Quién será ese poderoso personaje que cierra cajas? ¿Cuánto apostará le pongan en exclusiva una caja? Me pregunté. Eso sólo lo había visto con Kamel Nacif, el Rey de la Mezclilla, en el book de Tacamachalco. La incógnita se despejó muy pronto. Se trataba de Joel Ayala, líder de la Federación de Sindicatos de Trabajadores al Servicio del Estado.

Sin comentarios.

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Diódoro Carrasco, presidente de la Comisión de Gobernación de la Cámara de Diputados, descartó definitivamente que en esta Legislatura se vaya a aprobar el dictamen, elaborado por la Comisión de Turismo, para una nueva Ley de Juegos y Sorteos. “Es intransitable”, nos dijo.

El diputado del PAN no ignora la importancia de modernizar ese objeto de museo que es actual la Ley en la materia. Data de la década de los cuarentas. Pero dice que en el dictamen quisieron meter “por la puerta de atrás”, los llamados “juegos de paño”: Ruleta, dados, black jack. “Eso genera mucho ruido”, asevera.

Hablamos del tema con Alfonso Pérez Lizaur, presidente de la Asociación de Permisionarios de Juegos y Sorteos que integra, entre otros, al poderoso Grupo Caliente. El hombre no oculto su frustración por el hecho de que, otra vez, abortó el intento de adecuar una vieja Ley que prohíbe el juego, a un reglamento hecho en el 2004, que sí lo permite.

“El entorno de incertidumbre jurídica que tenemos solo fomenta la ilegalidad”, advirtió. Pérez Lizaur, quien calcula en alrededor de 60 los locales de juego que operan sin permiso y sin que las autoridades hagan nada. Los que operan formalmente son alrededor de 300.

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Después de meses de buscar una audiencia con Germán Martínez por todos los medios –teléfono, internet, -- Manuel Espino acudió al CEN del PAN, sin avisar, con el propósito de reunirse con el jefe nacional, o por lo menos sacarle una cita. Pero el presidente del PAN ni lo recibió, ni le dio cita.

El propio Espino nos cuenta que esperó en vano una respuesta. A las tres de la tarde se retiro. “Ya hacia hambre”, nos dijo. Pero antes dejó un recado para Germán, con su secretario su particular: “dile que lo que quiero exponerle es de su mayor interés. Hay cosas graves que están pasado, y si no se toman medidas van a ser imparables”.

Le dejó también tres libros –entre ellos “Señal de Alerta”, que el escribió-- y la atenta sugerencia de que públicamente se disculpe con Kana Fernández, hermana del ex candidato a gobernador de Nuevo León, Mauricio Fernández, quien fue excluida “injustamente” del CEN, para meter a Josefina Vázquez Mota.

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La interlocución entre gobiernos de distinto signo, en un país plural, se traduce en estabilidad. En México, sin embargo, los resabios del 2006 impiden el diálogo entre Felipe Calderón y Marcelo Ebrard. Al jefe de gobierno del DF le da urticaria la sola idea de que le puedan sacar una foto junto al presidente.

Por eso cobra relevancia lo sucedido ayer con Enrique Peña Nieto. El gobernador mexiquense se reunió ayer con los dos. Charló con el Presidente en el Aeropuerto de Toluca, antes de que volara a Trinidad y Tobago, y con el jefe de gobierno capitalino en las instalaciones del CIDE.

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¿Plan con maña? Eso se preguntaban la noche del viernes algunos asistentes a la cena con Obama en el Museo de Antropología, cuando vieron que el senador del PRD, Carlos Navarrete, pudo “colar” a una traductora, a sabiendas de que iba a tener un intercambio de palabras con el presidente de Estados Unidos. El propio Felipe Calderón se encargó de hacer las presentaciones. “Eso demuestra los amarres de Los Chuchos con el gobierno”, nos dijo una fuente del PRI.