El desafío de Ebrard.

El invitado sorpresa en Palacio Nacional fue Marcelo Ebrard. El jefe de gobierno del DF no solo asistió a la ceremonia no oficial con motivo del Tercer Informe de Gobierno, donde coincidió con las elites económica y política, sino que aplaudió partes del mensaje de Felipe Calderón, a quien no reconoce como Presidente de la República.

Lo hizo cuando el primer mandatario habló de la colaboración que ha habido con el gobierno del DF en materia de agua, y en el pasaje en el que rindió homenaje a los militares y policías caídos en la lucha contra el narcotráfico. Era la tercera visita a Palacio del Jefe de Gobierno durante un acto encabezado por el presidente Calderón. Una vez visitó Los Pinos, cuando la crisis de influenza.

Ebrard, eso sí, evitó cuidadosamente la famosa foto con Felipe. Entró al Patio Mariano de Palacio Nacional, cuando el jefe de la Nación había saludado ya a los invitados que estaban en la zona donde le tocó sentarse. Fue también el primero en abandonar el lugar. Oscar Arguelles, su hombre de comunicación, lo sacó de volada, cuando vio que el Presidente ya venía a despedirse, a pesar de que la mujer militar que lo acompaña le señalaba que era para el otro lado.

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Mas allá de la anécdota, la presencia del jefe de gobierno perredista en una ceremonia a la que ni los Chuchos asistieron, tiene, por donde se le vea, un significado político. Hay que preguntarse si Marcelo Ebrard resolvió ya tomar distancia de Andrés Manuel López Obrador, y agarrar su carril propio en la carretera hacia el 2012.

El gesto evidentemente no gustó en las filas del obradorismo. Los fundamentalistas ya anatemizan a Marcelo. El secretario del PRD en el DF, Manuel Oropeza, salió a quejarse de que el jefe de gobierno no consultó con el partido su decisión de acudir a Palacio Nacional. “Fue un error. Es un evento organizado por Calderón para hacer teatro y no le encuentro ninguna razón, ni sentido, que el Jefe de Gobierno haya asistido", dijo

Los Chuchos, ya lo apuntamos, no se presentaron. Carlos Navarrete, presidente de la mesa directiva del Senado y representante de ese órgano legislativo frente a los otros poderes, prefirió irse al Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM. “Tenía la cita concertada anteriormente”, explicaron en las oficinas de comunicación social de la Cámara Alta.

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Gerardo Fernández Noroña ya comprobó que el fuero no le sirve para transitar hacia los espacios que ocupa el presidente de la República. Iba con su traje nuevecito a pedirle la renuncia a Felipe. Terminó golpeado y con la ropa hecha jirones. El Estado Mayor y las distintas policías lo mantuvieron a raya, a punta de golpes, toletes, y escudos. El y otros 4 diputados leales a Andrés Manuel fueron fueron zarandeados e impedidos de ingresar a Palacio: Jaime Cárdenas, Rigoberto Salgado, Avelino Méndez y Cesar Burdo. “Nos agarraron a cabronazos”, sintetizó.

El polémico diputado jura que hizo fila para entrar como la gente, pero que al detectarlo cerraron el paso. “En esa fila iba Espino, el nos vio”, nos dijo. Gerardo jura que no buscaba reventar el evento. “Ibamos a leer un documento afuera de la puerta principal en el que pedíamos la renuncia de Calderón”, dice.

Gerardo buscó a Francisco Ramírez Acuña, presidente de la mesa directiva de la Cámara de Diputados, para que hiciera valer el fuero. El panista accedió a darle cita ¡pero a las 19:30 horas…! “Todavía se cree gobernador de Jalisco”, comentó, mordaz, el petista.

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Josefina Vázquez Mota comentaba hace dos semanas que durante años, los mexicanos hemos transitado entre lo posible y lo deseable. La coordinadora de los diputados del PAN precisaba con franqueza --algo que no abunda en la clase política—que “ya no alcanza” quedarnos solo con lo posible.

Sus palabras aludían a lo sucedido con las cacareadas reformas estructurales, llámese fiscal o energética. Se conciben como ambiciosos proyectos, pero el Congreso las aprueba en su versión más light, por la carga ideológica tan pesada que conllevan y su posible costo en las urnas.

En su mensaje en Palacio, el presidente Calderón coincidió: "Lo que propongo –dijo--es pasar de la lógica de los cambios posibles, limitados siempre por los cálculos políticos de los actores, a la lógica de los cambios de fondo, que nos permitan romper las inercias y construir en verdad nuestro futuro.” ¿Será posible cambiar la condición humana?

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