Una extraña carta.

Mariano Azuela y Genaro Góngora Pimentel no van a contender por la CNDH. Los dos ministros de la Suprema Corte, quienes dejan su privilegiado cargo en noviembre de este año, enviaron una carta al Senado en la que declinan oficialmente participar en el proceso para elegir al sucesor de José Luís Soberanes.

En la mesa directiva de la Cámara alta se quedaron perplejos con la misiva. Dicen que es absurdo que declinen a un proceso en el que ni siquiera se han registrado. Políticamente, sin embargo, entienden sus motivaciones. “No quieren ser exhibidos como derrotados, en una contienda en la que no tienen la menor posibilidad”, comentó un legislador.

Los dos “cambiaron la página”.

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Uno que si se la va a jugar es Emilio Álvarez Icaza. El prestigiado ex ombusdman capitalino se “destapa” hoy, en conferencia de prensa, como aspirante a la Comisión Nacional. Lleva la bendición --¿o el beso del diablo?- de Marcelo Ebrard. Otro que también va es el ex senador del PAN, Guillermo Herbert Pérez. Ya se registró como aspirante.

Mauricio Farrah, quinto visitador de la CNDH, también aspira. El no tiene padrino. Sus esperanzas las coloca en el trabajo que ha desarrollado en temas como la trata de personas, atención de inmigrantes, y agravios a periodistas. “Voy caminando con mis dos piernas. Nadie me lleva”, asegura. ¿Y a quien apadrina el poderoso Manlio Fabio Beltrones? Javier Moctezuma Barragán “está en su ánimo”, aseguró un senador del tricolor.

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El ex panista Eugenio Govea ya encontró refugio en la bancada del PRI en la Cámara Alta. Beltrones le extendió su manto protector. Será el senador 34 del tricolor. El sonorense pagó así la factura de su partido con el que fuera precandidato del azul a gobernador de San Luis Potosí.

Govea traicionó al abanderado del PAN, Alejandro Zapata. Sin ningún rubor, y con el alegato de que le robaron la elección interna, movilizó a sus huestes a favor del priista Fernando Toranzo, flamante gobernador del estado, apenas se enteró que no sería candidato del PAN.

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La batalla de San Lázaro alrededor de la Comisión del DF fue más un asunto de mostrar el músculo que la disputa por una posición realmente estratégica para el gobierno de la capital. El buen amigo Roberto Campa, conocedor como pocos de los recovecos parlamentarios, nos envió un correo electrónico para recordarnos que esa comisión ya no es de dictamen. “Se quedó sin materia, por las facultades de la Asamblea”, escribió el hombre.

El diputado perredista Jesús Zambrano, vicepresidente de la mesa directiva de la Cámara de Diputados, ya había dado color sobre la importancia de la citada Comisión, Reconoció que en la Legislatura pasada no fue convocada ni una sola vez por su presidente, el diputado perredista, Gerardo Villanueva. Doble agravio. La panista Gabriela Cuevas, quien le tumbó a la Torre del Bicentenario a Marcelo, estará al frente de la Comisión.

En el Palacio del Ayuntamiento todavía no lo digieren. Dicen que El PAN se aferró a la Comisión del DF “porque su objetivo es Marcelo”. Ven también motivo para una guerra civil entre amarillos. “Acosta Naranjo la dejó pasar a cambio de la presidencia de la Comisión de Vigilancia, y porque está de mano sudada con César Nava”, asegura una voz autorizada del GDF.

Los marcelistas ya se pintan la cara: “Esto es una declaración de guerra del PAN. Además de la transa con la Sala Regional (que reconoció los triunfos de Sodi y Orvañanos en las delegaciones Cuajimalpa y Miguel Hidalgo), quieren hacer candidaturas comunes con Ortega y Acosta. Ese es el asunto”.

Hay más: juran que el PRI y el PAN le ofrecieron a Juanito 350 millones de pesos para que no renunciara a la jefatura delegacional en Iztapalapa, y que los rechazó. “¿Eso es ser corrupto?” Preguntan.

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