Fuego amigo en el IFE

El fuego amigo calienta ya el ambiente para la elección del presidente consejero interino del IFE, que se llevará a cabo el próximo domingo, a más tardar el lunes. La incapacidad de los diputados de alcanzar un acuerdo para iniciar la renovación escalonada del Consejo General, en lugar de cohesionar a los ocho consejeros que aún permanecen en el Instituto, incrementó sus diferencias. Están divididos a la mitad. Hay dos grupos de cuatro. Entre los más cercanos al presidente consejero —Alejandra Latapí, Teresa González, Andrés Albo y Arturo Sánchez— había quien planteaba renunciar junto con Ugalde. No faltó quien calificó de “indignos” a los consejeros que se negaron a aventar la toalla. Los acusó de cuidar el hueso.
El otro grupo —Lourdes López, Marco Gómez Alcanzar, Virgilio Caballero y Rodrigo Morales— ni siquiera se reunió en privado con Ugalde. Ellos no quieren ni oír que se hable de renuncias. Alegan que sería irresponsable abandonar el IFE cuando, en enero de 2008, hay tareas importantes que cumplir.
Entre los pendientes está la aprobación del presupuesto (casi seis mil millones de pesos), las prerrogativas a los partidos, la definición de los topes de campaña, pero también instrumentar las facultades que otorga al IFE la Ley de Radio y Televisión y seguir el caso de los 281 mil spots no reportados por los partidos.
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¡Ah, qué Raulito Cervantes..! Al diputado del PRI se le llenaba la boca, el jueves, con sus frases grandilocuentes, cuando hablaba del respeto a las leyes que hay en este país. Sobrado como es él, utilizaba el ejemplo del respeto a la propiedad privada para ilustrar su sesudo comentario. Hablaba como si estuviera en Suiza, y México no fuese el reino de la impunidad y el caos.
Ya encarrerado, se le fue encima a la presidenta de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, la perredista Ruth Zavaleta, por haberle declarado a los reporteros que la elección de los consejeros electorales podría pasarse a febrero.
“¿Quién es ella para hacer esas declaraciones? ¿Ya tomó la votación al pleno? ¿Ya se enteró de los acuerdos?”, preguntaba el hombrecito, en el tono de iluminado que lo caracteriza. Cervantes no encontraba razones de peso suficientes para discutir los posibles escenarios derivados de un fracaso en las negociaciones de los coordinadores, como efectivamente sucedió.
En su mente no cabía otra cosa que no fuese la elección, ese mismo jueves, de los tres nuevos consejeros electorales. El cuarto transitorio de la reforma es claro. Los 30 días para elegirlos habían trascurrido y la ley se tenía que cumplir.
Al legislador se le revirtieron muy pronto sus lecciones sobre el respeto de los diputados a las leyes de este país. Media hora después, Héctor Larios declaraba que, efectivamente, no había acuerdo y la elección de los tres nuevos consejeros se posponía hasta la primera semana de febrero, a pesar del mandato de la reforma constitucional.
A Larios lo arropó Emilio Gamboa Patrón, jefe de la bancada de Cervantes, quien, al más viejo estilo tricolor, se aventó la puntada de declarar que la vida institucional del IFE no se afecta (lleva seis meses en parálisis).
No he leído o escuchado una sola declaración de Cervantes en contra de su coordinador, quien no sólo participó en la decisión de posponer los nombramientos de los consejeros, sino que ha lanzado una campaña para justificar la decisión de los coordinadores parlamentarios.
¿Y la ley dónde quedó, diputado Cervantes?
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Mostró sus dotes de bailador en una visita a presos que alcanzaron su liberación. Lo hace tan bien que lo sacaron en el Canal de las Estrellas. Se va a casar, antes de Navidad, con la ex señorita Coahuila Irma Vanessa Guerrero. Pero el profesor Humberto Moreira Martínez, gobernador de esa entidad, es también un campeón de la manipulación.
Nos cuentan que cuando el tornado que devastó un sector de Piedras Negras, el Fred Astaire de la política se negó, primero, a recibir ayuda federal. “Yo puedo solo”, dijo. Ya después, una vez que entró la Sedesol con el fin de ayudar a los damnificados, se las ingenió para intentar que el presidente Calderón sólo viera lo que él hizo.
Le cayeron en la maniobra y no tuvo más remedio que acompañar a Felipe a la zona reparada con recursos del gobierno federal. El mandatario de Nueva Alianza ¡Ah, perdón¡, es del PRI iba “furioso”, recuerdan los que vivieron la escena.

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