Ni Lino, ni de la Fuente.

A Jesús Ortega no lo vamos a ver reunido con el presidente Calderón, a pesar de su postura moderada, y de la paulatina normalización política en el país. “No es necesario, ni conveniente”, subrayó el presidente del PRD, en breve charla con este espacio.

Y no es que el presidente nacional del PRD se haya contagiado del obradorismo más radical, ó que vaya a suspender unilateralmente los puentes que se han tendido con el Ejecutivo. “Las platicas, en el espacio legislativo, van bien…”, destacó.
Las razones de Chucho son más pragmáticas que doctrinarias. No quiere introducir nuevos “elementos de debate”, en la ya de por sí sacudida agrupación política. Menos ahora que Andrés Manuel López Obrador declaró públicamente que apoyará a los candidatos del PRD, lo que constituye un “cambio significativo”, por lo menos en el lenguaje del legítimo.

Esas declaraciones de El Peje deben haber calado muy hondo en Convergencia y en el PT, que tratan de salvar su registro, colgados de la figura del tabasqueño.
Las relaciones con Marcelo Ebrard, jefe de gobierno del DF, nuevo villano favorito de los radicales del obradorismo, han “mejorado” substancialmente, nos dijo Jesús.

El jefe nacional del PRD aprovechó la charla para reiterar que no se ha invitado a Lino Korrodi, ni a Juan Ramón de la Fuente, a ser candidatos a diputados, como se difundió en alguna columna. No niega que el partido postulará personajes de la izquierda que no tienen partido, pero el tema “es con otros”.

¿Quiénes? Preguntamos. “No me han autorizado a revelar los nombres, hasta que se concrete la candidatura”, repuso Jesús. Adelanto, sin embargo, que se trata de figuras de los movimientos social y sindical, intelectuales, académicos y hasta artistas.

Antes de despedirnos, el jefe nacional del perredismo comentó verbalmente los resultados de una encuesta interna, realizada por Buendía, que vuelve a colocar al PRD en su votación histórica del 19 por ciento, después de haber caído hasta el 13 por ciento en la intención de voto.

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Fuera de las oficinas de Ortega nos encontramos a José Narro, ex petista que encabeza a los inconformes que se pasaron masivamente al PRD y que van a integrarse como corriente en al sol azteca. En menos de cinco minutos, hizo pedazos a Alberto Anaya, dueño y señor del Partido del Trabajo, a quien acuso de excluyente, patrimonialista, y corrupto.

Narro contó una anécdota que le sucedió a Ricardo Monreal, nuevo coordinador de la bancada del PT, para ilustrar el manejo “patrimonialista” que Anaya tiene de ese partido, al que mangonea desde hace 20 años.

Dice que el ex gobernador de Zacatecas se reunió con la administrativa de ese grupo parlamentario, Jazmín Yebra, para preguntarle sobre los recursos disponibles para operar, las oficinas con las que cuenta esa artificial “bancada”; y los vehículos para transporte…. Pero se topó con pared. “Usted es el coordinador, pero mi jefe es Anaya”, le dijo, contundente, Yebra.

Jura que tampoco Ricardo Cantú, coordinador del PT en la Cámara Baja, tiene autorización de mover un centavo, sin el visto bueno de Anaya.

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Marginación, exclusión, discriminación. Esa es la realidad que viven en la Ciudad de México las personas que sufren de algún tipo de discapacidad, según el Informe especial sobre la situación de los derechos humanos de las personas con discapacidad, que presentó ayer el ombusdman capitalino, Emilio Alvares Icaza.

El Informe no es nada complaciente con Marcelo Ebrard, jefe de gobierno del DF. Va el botón de muestra, que copiamos de las conclusiones en materia laboral (pagina 255.) A la letra dice: “el gobierno local no ha implementado políticas, ni medidas para hacer efectivo el derecho de las personas con discapacidad a trabajar en igualdad de condiciones con las demás…”

En las conclusiones generales recalca que las personas con discapacidad que viven en el DF no tienen la misma posibilidad que el resto de la población de ejercer sus derechos humanos, “debido a barreras de actitud y al entorno, que evitan su participación plena y efectiva en la sociedad, en igualdad de condiciones”

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Ayer fue el día de Obama. Los ojos del mundo siguieron, paso a paso, la llegada a la Casa Blanca del primer presidente negro de Estados Unidos. Confieso que me dio envidia el clima de civilidad con el que se dio la transmisión de poderes en el país más poderoso de la Tierra.

Alli estaban, codo con codo, republicanos y demócratas; blancos y colored; los Bush y los Clinton; católicos y protestantes. Un sentimiento de frustración me invadió al recordar la agitada toma de protesta de Felipe Calderón como presidente constitucional. No cabe duda que en materia de democracia, aún somos menores de edad. ¿No le parece?

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