La herencia de Germán.

No le quedaba otra. Los resultados fueron tan malos, que por dignidad se tenía que ir. Germán Martínez deja atrás de sí una estela de derrotas electorales, que colocan al Presidente Calderón – y al PAN-- en la peor situación de los últimos nueve años. “En política se deben asumir las consecuencias del desempeño propio. Siempre tuve claro que de no lograrse esa meta, en la persona del presidente nacional recaerían las consecuencias", reconoció el hombre, al anunciar su renuncia ante los medios.

El polémico jefe nacional del azul heredará a su sucesor una bancada achicada en un tercio en la Cámara de Diputados; una gubernatura menos de las ocho que recibió –pierde Querétaro y San Luis Potosí, gana Sonora. Deja al PAN sin el famoso “corredor azul” (adiós Naucalpan, Tlalnepantla, Atizapán, Cuautitlán Izcalli…), y apabullado en el Estado de México. Pero también borrado en Yucatán, derrotado en Jalisco, mermado en Guanajuato; con dolorosos reveses en Guadalajara y su zona conurbada, sin Cuernavaca…

Martínez no vio una tampoco en los comicios del 2008. Perdió en Baja California Sur, Coahuila, Guerrero, Quintana Roo, Hidalgo, Guerrero y Nayarit.

La soberbia y agresividad de la que hizo gala durante la “campaña negra” que lanzó en contra del PRI, ganador absoluto de los comicios del pasado 5 de julio, lo convertían en un estorbo para la relación de colaboración que reclama el jefe del Ejecutivo al partido que tendrá mayoría en el Congreso, para el segundo tercio de su mandato. La animadversión que provocó en el tricolor, al que asoció con el crimen organizado, le valieron el mote de germancito.com.

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La sucesión de Germán deberá quedar resuelta en un mes. El próximo lunes se reúne el CEN del PAN para convocar, a más tardar en 30 días, al Consejo Nacional que deberá elegir al nuevo presidente del partido. Anoche se mencionaba el nombre de José Luís Luege, titular de Conagua, pero eran meras especulaciones.

Hay otro personaje que también que tiene que hacer maletas: el español Antonio Solá, quien ha resultado un verdadero fracaso como estratega electoral.

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Santiago Creel voló ayer a San Luís Potosí. En el avión se enteró de la renuncia de Germán Martínez. No quiso opinar de botepronto. “Dame una hora”, nos pidió. Cuando volvimos a establecer contacto, ya estaba en la casa de Alejandro Zapata, en una reunión convocada para discutir una posible impugnación del resultado. Ya no pudo hablar.

A la hora de comer hablamos con Alejandro. Seguía el conteo. “A veces voy un punto arriba; a veces un punto abajo”, nos dijo. El candidato panista se mostraba desconcertado por el “voto diferenciado” que se dio en San Luís Potosí. “Ganamos 5 de 7 diputaciones federales. ¿Extraño no?”.

¿El gobernador tendrá algo que ver en el resultado? le preguntamos. “No lo sé”, repuso con franqueza. ¿Irás al Tribunal? Insistimos. “Lo decidiré cuando tengamos toda la información. Lo más seguro es que sí”, adelantó. Pero aquello sonaba más a pataleo que a otra cosa.

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El anverso de la moneda. La apabullante victoria del PRI coloca a Beatriz Paredes en el juego de la sucesión para el 2012. “Se va a calentar, le fue muy bien, si tenia dudas de ir, con esto ya se le borraron”, vaticinó un experimentado priista, convencido de que la tlaxcalteca va por la grande. Otro que sale muy fortalecido es el gobernador mexiquense, Enrique Peña Nieto. Súmele a Manlio Fabio Beltrones. ¿Choque de trenes? “No creo”, dijo el personaje.

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¡Murat corrupto! escuchó el ex gobernador de Oaxaca en la casilla a la que acudió a votar el pasada domingo la capital del estado. El ex mandatario local, enchilado, no alcanzó a distinguir al autor de tal despropósito, pero sí Juan Díaz Pimentel, quien fue su secretario de salud. Hubo palabrotas y empujones entre el acompañante de Murat y el ciudadano que increpaba al ahora diputado.

Cuentan que Díaz Pimentel le lanzó una patada y un golpe al detractor de su ex jefe y amigo, con tan mala suerte que ni siquiera lo alcanzó. La gente se alborotó. El ex gobernador y su distinguida comitiva se alejaron en medio de una fuerte rechifla, narra la crónica que del bochornoso suceso que publicó El Imparcial de Oaxaca.

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