“¡No diga burradas…!”

La paradoja se reflejaba en cada palabra, cada frase, cada puya lanzada a lo largo del ríspido debate parlamentario sobre los trabajadores del SME. La huelga de hambre que tiene al borde de la muerte a dos trabajadores que luchan por reinstalar a 44 mil electricistas de la extinta CLyF, ocurre en el cuarto año de gobierno de quien hizo campaña como “Presidente del empleo”.

El serio deterioro en la salud de Cayetano Cabrera y Miguel Ángel Ibarra, ambos con más de 80 días sin comer, obligaba a los legisladores a incluir el tema en la agenda de debates de la Comisión Permanente. La indiferencia general frente a un problema suscitado hace casi 10 meses había llevado al límite la protesta de los dos electricistas.

A diputados y senadores no se les ocurrió otra cosa, además de descalificarse, que regresar a la inútil costumbre de formar comisiones. La que formaron ayer, por unanimidad, tiene la tarea de ser “intermediaria” entre el gobierno federal y el SME. Los legisladores lanzaron también exhortos, igualmente inútiles, al Ejecutivo. Uno para que valore la posibilidad de atender las peticiones de los trabajadores; otro para que preserve la integridad física de los huelguistas.
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En el debate hubo excesos, calificativos, intolerancia. “No diga esas burradas, ni venga a defender aquí al carnicero de Javier Lozano”, soltó, furioso, el diputado petista Mario Di Constanzo, en dirección del panista Rubén Camarillo. El senador del PAN acababa de manifestar en tribuna que el fondo del asunto de Luz y Fuerza “es que se tuvo que liquidar una empresa improductiva, ineficiente, costosa para el Estado.”

El tono ofensivo del petista obligó al priista, Francisco Arroyo, quien presidía el debate, a pedirle que utilizara términos “menos ásperos” con el panista. El propio Camarillo le dijo a Di Constanzo que legisladores como él “no dignifican una asamblea como la que tenemos”.

Di Constanzo no escuchó el llamado de Arroyo. Insistió en su tono bravucón con Camarillo. “Alguna vez leí que a usted le decían el “senador Camorrillo”, porque a todo mundo retaba a golpes; no venga aquí a pedir civilidad y que yo cuide mi lenguaje, cuando el único responsable de lo que les pase a los trabajadores de Compañía de Luz y Fuerza es el gobierno…”

¿Cómo la ve?
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A los dirigentes del PAN les intrigó la comida que sostuvieron Manlio Fabio Beltrones y Fernando Gómez Mont, el pasado martes en el restaurante The Palm. “No nos extraña”, comentaron, mordaces, los azules. Eso nos llevó a preguntar al senador del PRI los motivos de su encuentro con el ex secretario de Gobernación.

La respuesta del sonorense fue contundente: “Gómez Mont y yo somos mejores amigos que adversarios. Soy más atento y cordial con él que los senadores panistas que estaban reunidos con Alejandra de la Sota en el mismo restaurante…”

¡Auchh!
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El chisme llegó a Avenida Coyoacán, sede del CEN del PAN. El diputado Francisco Ramírez Acuña se auto promueve mañosamente como el “delfín” de Felipe Calderón para la jefatura nacional del PAN, que se renueva este mismo año.

Y es que el presidente de la Mesa Directiva de la Cámara Baja, cargo que deja a finales de agosto, fue a decir a Chiapas que el primer mandatario le había dado la bendición para buscar la sucesión de César Nava. “El presidente Le dio luz verde para sondear, pero no le dijo tu eres el bueno”, corrigieron los navistas, cuyo interino jefe está puesto para la reelección.
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No ha recibido aún su constancia de mayoría –mucho menos la esperada llamada del presidente
Calderón- pero el prista Javier Duarte, ganador de las impugnadas elecciones de gobernador en Veracruz, ya nombró coordinador de su equipo de transición. Se trata de Tomás Ruiz, otrora subsecretario de Hacienda, ex integrante del equipo de Elba Esther, quien apunta como próximo secretario de finanzas de la entidad, si el TEPJF, donde seguramente llegará el caso, no resuelve otra cosa.


22 de julio

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