Humo blanco en San Lázaro.

Hay buenas noticias: 54 días después de vencido el mandato constitucional para realizar el primer escalonamiento de tres consejeros del IFE entre ellos el sucesor de Luis Carlos Ugalde—, los coordinadores parlamentarios Héctor Larios (PAN), Javier González Garza (PRD) y Emilio Gamboa Patrón (PRI) lograron, por fin, ponerse de acuerdo en los nombres.

Larios, presidente de la Junta de Coordinación Política de la Cámara de Diputados, se comunicó la tarde de ayer con algunos coordinadores de las bancadas de La Chiquillada PVEM, Nueva Alianza, Convergencia, PT y Alternativa para darles la noticia, reveló una fuente parlamentaria.

El panista informó también que el desayuno programado para hoy martes quedó cancelado iban a discutir el tema y sugirió a sus interlocutores discreción sobre lo que les acababa de decir. Larios no soltó ningún nombre en su llamada, con el fin de evitar el torpedeo del acuerdo, precisó la fuente.

Los coordinadores de los partidos autollamados “emergentes” conocerán los nombres de los nuevos consejeros en la reunión de la Junta de Coordinación Política, órgano de gobierno de la Cámara baja, que está convocada a las seis de la tarde de este martes. González Garza había hablado previamente con los jefes de las bancadas de Convergencia, Alejandro Chanona, y del PT, Ricardo Cantú, con los que configuraron dos propuestas, una con Genaro Góngora y otra sin él.

Las versiones que circulaban anoche daban como un hecho que Javier Santiago Castillo, ex consejero presidente del Instituto Electoral en el Distrito Federal, aparentemente la segunda opción del PRD, sería uno de los tres elegidos, pero no ocuparía la silla de Ugalde.

Otros nombres que se mencionaban con insistencia eran el de Fernando Ojesto Martínez, ex presidente del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación; Carlos Sirvent, ex director de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM, ambos impulsados por el PRI; María de los Ángeles Fromow, ex titular de la Fepade, por el PAN; y Fernando Agíss Bitar, director de prerrogativas del IFE, también por el PAN.

El acuerdo de consenso constituye el primer augurio favorable para el IFE, desde las elecciones presidenciales de 2006. Los actuales consejeros llevan meses en la parálisis, ante la incertidumbre de quién se va y quién se queda. “El daño al interior del Instituto es grave”, comentó hace poco un ex consejero electoral.

Genaro Góngora Pimentel habría quedado definitivamente fuera del acuerdo. El ministro de la Suprema Corte de Justicia era la carta fuerte de López Obrador y del PRD para la presidencia del Instituto. Pero los servicios que le prestó al Peje en las épocas del desafuero pesaron demasiado, y el PAN se opuso, con todo, a su nombramiento.

Otros que pagaron facturas del pasado fueron los ex consejeros Mauricio Merino, respaldado por el PAN, y Jaime Cárdenas, por el PRD. El PRI no olvidó que ambos votaron a favor la multa por el Pemexgate.
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Hablamos con Jorge Castañeda sobre las acusaciones de “espionaje” a favor en Cuba, entre 1979 y 1985, publicadas ayer en un diario de circulación nacional, emanadas de un expediente de la desaparecida Dirección Federal de Seguridad, firmado por su director, Miguel Nazar Haro, actualmente bajo arraigo, acusado de secuestro, tortura y homicidio durante la guerra sucia de la década de los setenta.

El expediente de Nazar destaca que El Güero presionó a su padre, el entonces canciller Jorge Castañeda Álvarez de la Rosa, en forma “altanera, exigente y denigrante”, para que tomara decisiones bajo los “dictados” de La Habana.

“Lo más extraño es que le den voz a uno de los personajes más siniestros que ha habido en la historia de la policía mexicana. Actualmente está bajo arraigo por homicidio y tortura”, destacó El Güero. A Nazar Haro no lo consignaron con anterioridad, recalcó, porque la CIA pidió que “lo dejaran quieto” debido a los servicios que le prestaba.

Castañeda reconoce que en esa época fue “canal de comunicación” entre las organizaciones guerrilleras de Centroamérica con el gobierno de México y “contacto” con los cubanos, pero niega que lo haya hecho subrepticiamente. “Las acusaciones de espionaje son absolutamente falsas. Todo lo que hice fue por instrucciones de mi padre, y con pleno conocimiento del (entonces) presidente López Portillo.

“No son capaces de manejar un solo dato que demuestre que entregué información privilegiada a La Habana. Citar a Nazar Haro como fuente no es precisamente lo más adecuado para sostener ese tipo de acusaciones. Para Nazar, todo el mundo era espía y enemigo de México”, subrayó.

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