La sonrisa del Güero

La noticia llegó a oídos de Manlio Fabio Beltrones mientras desayunaba con legisladores del PRI. “Larios quiere tumbar a Baños”, alertaron desde el lugar donde se negociaba la lista de nuevos consejeros del IFE. Según testigos de escena, el senador del PRI cogió su celular y le marcó a Germán Martínez, jefe nacional del PAN, para reclamarle las aviesas intenciones del coordinador de los diputados del PAN.

-- Ustedes bajaron a Merino—replicó Martínez.

Manlio endureció el tono, y lanzó la advertencia:

---Si bajan a Baños, no volveremos a negociar ningún asunto con Acción Nacional, dijo el sonorense.

No necesitó más para vencer la resistencia de Acción Nacional. No sabemos que hizo Martínez, pero Marco Antonio Baños, propuesto por PRI y rechazado por los otros siete coordinadores en San Lázaro, quedó en la lista final de los nuevos consejeros, integrada después de complejas y largas negociaciones.

El ganón, sin embargo, no fue el PRI, a pesar de su largo colmillo. El nuevo consejero presidente del IFE, Leonardo Valdés Zurita, fue propuesto por el PRD. El amarillo vendió muy caro el anhelado consenso. Era Genaro Góngora o la silla de Ugalde.

Javier González Garza, coordinador de los diputados del PRD, quien nos confesó que traía “los huevos en la garganta” por el temor de que lo dejaran fuera de la negociación, sonreía radiante. Ni el fundamentalismo de la diputada Valentina Batres, le agüitó la fiesta. Batres descalificó a Valdés Zurita por haber cometido imperdonable pecado ¡válgame Dios! de haber votado en contra de que López Obrador se registrara hace años como candidato al gobierno del DF. El tabasqueño no tenía la residencia requerida.

El PAN luchó hasta el final por incluir a Mauricio Merino en la lista. La intransigencia, esta vez, fue del PRI. El voto a favor del Pemexgate le costó al ex consejero electoral, uno de los más calificados para la chamba, la presidencia del IFE.

Otro dato que llama la atención: Los consejeros Rodrigo Morales y Teresa González, ambos muy cercanos a Margarita Zavala, la esposa del presidente Calderón, dejarán este año sus cargos. Morales fue cortado ayer, González se irá en el segundo escalonamiento de consejeros, programado para agosto próximo.

Otra que ya se va es Alejandra Latapi. Su salida no es una sorpresa. Estaba en todas las quinielas desde que se subió al ring, junto con Luís Carlos Ugalde, a protestar por la decisión de los diputados de descabezar el prematuramente el Instituto

Latapí envió a distintos medios una carta de despedida en la que hace un balance de su trabajo, y asegura que se va con enorme orgullo y satisfacción.“El desarrollo personal y profesional alcanzado son incosteables. Agradezco a quienes me acompañaron durante esta difícil, pero no menos satisfactoria encomienda”, dice la consejera.

Agrega: “Confío en que esta institución seguirá trabajando profesionalmente por la democracia del país, por la transparencia de las instituciones, tanto políticas, como electorales, y gozando de la confianza ciudadana con que cuenta.”
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Juan Camilo Mouriño ha confesado en múltiples entrevistas su afición al fútbol. La noche del miércoles, mientras los diputados se encontraban enfrascados en las complejas negociaciones para designar a los nuevos consejeros del IFE, el secretario de Gobernación acudió al restaurante Puerto Madero, en Polanco, a presenciar el partido México-Estados Unidos.

La llegada de Iván causó revuelo en el lujoso comedero, donde también cenaba el empresario Emilio Azcárraga Jean. Había una mesa repleta de panistas que ya esperaban al número dos del régimen calderonista: Guillermo Anaya, secretario general del PAN; y los senadores Ricardo García Cervantes, Alejandro Zapata Perogordo, Rodolfo Dorador, Ulises Ramírez y Luís Alberto Villarreal. Todos se pusieron de pie para darle la bienvenida.

Manuel Espino cenaba en otra mesa del restaurante acompañado por el diputado Edgar Olvera. El ex jefe nacional del PAN, a diferencia de otros comensales ajenos al grupo de senadores, como el diputado de Convergencia, José Manuel del Río Virgen, no se paró a saludar, ni le hizo fiestas al poderoso calderonista, con quien mantuvo serias diferencias en el último tramo de su gestión.

Hubo un momento en que Espino se levantó al baño. En el camino se cruzó con su paisano duranguense, Rodolfo Dorador Pérez Gavilán. La poca simpatía que ambos se tienen quedó en evidencia. “Ni la mirada se dirigieron”, cuenta un testigo. Una vez terminado el partido, el polémico ex dirigente del PAN se acercó a la mesa de Ivan para a despedirse. Nobleza obliga. Luego que se retiró, Rodolfo Dorador comentó mordaz, parafraseando a Hugo Chávez, “huele a azufre…”

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