Y la volvió a hacer…

La confusión era total momentos después de que unos 30 legisladores pejistas tomaran la tribuna en el salón de sesiones de la Cámara de Diputados, con la aparente intención de reventar la sesión en la que se discutiría la reforma energética.

Andrés Manuel López Obrador acababa de retirarse de la Cámara de Diputados, donde fue recibido casi como un jefe de estado. Durante 35 minutos tomó la palabra; dijo lo que quiso; su discurso fue transmitido en vivo y en directo por el Canal del Congreso, llevo invitados, tuvo su porra, pero ni así…

“Allí está la seriedad y el respeto que le tiene López Obrador a las instituciones. Es vergonzoso lo que están haciendo”, soltó inconforme Emilio Gamboa, coordinador de los diputados del PRI, en dirección de Roberto Garduño, reportero de La Jornada, como si lo quisiera convencerlo de la irracionalidad de lo que sucedía.

Eran segundos de incredulidad, de incertidumbre, de desconcierto. La necesidad de aplicar el “plan b” para aprobar la Reforma Energética --irse a sesionar a otro sitio—parecía la única solución. “Hay tres sedes alternas; una de ellas es fuera de la Cámara”, informaba a los reporteros.

De pronto dio una orden: “Todos los priistas a la pecera” (sala de reunión ubicada en las oficinas de la coordinación parlamentaria del PRI) pero la canceló. Una llamada a su celular bastó para corregir el tiro. “Sesionaremos aquí, voy a hablar con ellos (los pejistas)”, dijo.

Gamboa bajó la llamada “escalera imperial” (corredor central) y a la mitad del salón se metió entre curules. Allí se entrevistó brevemente con Héctor Larios, coordinador de los azules, y César Duarte, presidente de la mesa directiva. El FAP garantizaba condiciones mínimas para sesionar.

Noventa segundos después sonó la campanita que anunciaba el inicio de una sesión que se desarrolló en condiciones verdaderamente adversas. Cada que un diputado subía a la tribuna para defender la reforma, los legisladores pejistas, que mantuvieron tomada la parte alta de la tribuna, hacían sonar cornetas, sirenas, o golpeaban la mesa, para que no se escuchara al orador.

Pero las protestas fueron de más a menos. NI siquiera la parte más cuestionada de la reforma (el artículo 60 la Ley de PEMEX) reavivó a los derrotados inconformes. A las 17:30 horas doblaron la tercera manta que exhibieron y se retiraron calladamente del salón de sesiones.

Quedaron solo panistas, priistas, verdes y neoaliancistas. La reforma se aprobó entre aplausos eufóricos, y gritos de ¡sí se pudo…¡
A final de la sesión, casi a las seis de la tarde, volvió a sonar el celular de Gamboa. Era el presidente Calderón. Le pedía al coordinador felicitar a los diputados del PRI, por la forma “comprometida y nacionalista con la que actuaron en beneficio de México”.
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Cesar Duarte, priista de Chihuahua y aspirante a gobernador, se ganó el aplauso de los legisladores del FAP, por haber recibido a López Obrador. “Es muy generoso”, reconoció el coordinador de Convergencia, Alejandro Chanona. Otros diputados del Frente, como los perredistas Antonio Soto, Tonatiúh Bravo; o el convergente Cuauhtémoc Velasco, elogiaron públicamente la apertura del priista.

Algo muy diferente a lo sucedido el jueves pasado en el Senado con el panista Gustavo Enrique Madero, presidente de la mesa directiva y también aspirante a gobernar el estado más grande de la República.

El legislador azul se fue por la mano dura, y no le dio audiencia al legitimo. Tampoco le dio tregua a los diputados pejistas que intentaron boicotear la sesión en la Torre del Caballito. Acabaron zarandeados por la Policía Federal.

Dos estilos diferentes. ¿Cuál prefiere?
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Solo un diputado panista asistió de motu propio a escuchar a López Obrador en el Salón Protocolo, donde el legitimo fue recibido junto con sus diez distinguidos acompañantes Se trata del tabasqueño Gerardo Priego. Hubo otros diputados azules que allí se encontraban, como Margarita Arenas o Jesús Espinosa, pero son miembros de la mesa directiva.

Lo curioso es que el grueso de los diputado azules siguió la visita de López Obrador al Palacio Legislativo en las pantallas de televisión instaladas en el otrora llamado “SPA del PAN” –construido en los tiempos en que Felipe Calderón era el coordinador del grupo.
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El panista Ricardo García Cervantes se voló la barda. Tuvo la puntada de solicitar a Gustavo Madero que invite al ex presidente Vicente Fox a reunirse con los integrantes de la bancada en el Senado, para que conozca el contenido de la reforma energética.

“Seguramente el ex mandatario no ha leído la reforma”, explicó García Cervantes, quien, mordaz, manifestó su disposición en explicar, a él o a cualquier persona de su confianza, los alcances de la misma “para que lo orienten, antes de hacer declaraciones”, ¡Sopas..!

Fox califico los siete dictámenes aprobados por el Congreso de “reformita”.

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