¿Marcha atrás?

Los altos costos que ha pagado el PAN por la reforma energética han llevado a encumbrados integrantes de la cúpula del blanquiazul a sugerir al presidente Calderón “reventar” las cinco iniciativas que envió al Congreso, antes que aprobar, junto con el PRI, una reforma limitada, que no abra por lo menos la refinación a los particulares, y otorgue autonomía de gestión a PEMEX.

El razonamiento que le han hecho al primer mandatario es que si la paraestatal se sale de la férula de la Secretaria de Hacienda, el sindicato petrolero, controlado por el tricolor, asumiría sin problemas el control de la empresa. El presidente, sin embargo, se resiste a aceptar el consejo. Está convencido de que retirar las iniciativas significaría una derrota para él.
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“No sabemos comunicar…”, lamentó un importante legislador del azul, luego de abrir su teléfono celular, y observar que los portales de dos periódicos nacionales daban la nota principal al anuncio de Marcelo Ebrard, por cuenta de Andrés Manuel López Obrador, de que habrá un referéndum en el DF sobre la reforma energética, el próximo 27 de junio.

El referendum es popular. Nuestro colega Ciro Gómez Leyva nos dio ayer la primicia de una encuesta sobre el tema, que realizó la empresa Gea-Isa. Un 80 por ciento de los ciudadanos se pronunció a favor de este ejercicio. Lo extraño hubiera sido que pronunciaran en sentido inverso. El mensaje es para los legisladores: integren esa figura en la Constitución.

El propósito del tandem López Obrador-Ebrard, al proponer esa consulta, es claramente mediático. No tiene ninguna otra consecuencia, salvo que piensen, lo que no creemos, que la opinión de los chilangos tiene un valor nacional.

En ese debate, realizado en Xico, cada bloque de gobernadores quiso jalar agua a su molino. Ebrard y el michoacano, Leonel Godoy, descalificaron las iniciativas; el veracruzano Fidel Herrera y el tamaulipeco Eugenio Hernández, ambos del PRI, pugnaron, cual jeques saudis, por asociar a los estados petroleros con PEMEX, y obtener compensaciones por los “pasivos ambientales”. Los panistas Marco Adame, Morelos, y Juan Manuel Oliva, Guanajuato, bailaron con la más fea: revertir la arraigada percepción de que se quiere privatizar PEMEX.
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En el IFE ya les urge que lleguen los tres nuevos consejeros. Los que se van en agosto próximo mantienen muy polarizado el Instituto. Hay quejas de que Andrés Albo, Lourdes López, y María Teresa González andan despechados. Buscan quien se las pague.

Hay quejas de que sabotean acuerdos, boicotean nombramientos, votan sistemáticamente en contra todos los asuntos. A La consejera López la acusan inclusive de promover una “purga” de funcionarios “Hay resentimientos, rencores, ánimo de venganza, filias y fobias”, ilustra una voz autorizada.

El problema es de tal magnitud, que en el IFE no han podido siquiera nombrar al secretario ejecutivo del Consejo. Tampoco a los directores de la Unidad de Fiscalización; de Transparencia; y de Comunicación Social. “Pretenden imponer a los suyos antes de irse”, asegura la voz.

El ambiente de encono ha impedido cerrar el capítulo de la elección del 2006. Están pendientes de resolver la quema de las boletas y las sanciones por la “guerra sucia” que empañó el proceso: la intervención de Fox a favor de Felipe Calderón, pero también la intromisión del Consejo Coordinador Empresarial en contra de López Obrador.

En la Cámara de Diputados, sin embargo, no tienen prisa por nombrar a los nuevos consejeros. Saben que pueden hacerlo un día antes de la fecha límite, que es el 15 de agosto. La Junta de Coordinación Política, órgano de gobierno de esa soberanía, ni siquiera ha tocado formalmente el tema.
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En San Lázaro ya se corren apuestas sobre el diputado del PRI que sucederá a la perredista Ruth Zavaleta en la mesa directiva de la Cámara de Diputados. El virus ya contagió a los integrantes de la Junta de Coordinación Política. Doce de sus miembros
realizaron una votación informal, durante una comida celebrada el pasado miércoles.

El chihuahuense César Duarte obtuvo 5 votos; el veracruzano Adolfo Mota, 4; y el mexiquense César Camacho sólo 3. En la votación no participó Emilio Gamboa, coordinador de la bancada del PRI.

Pero si las cábalas favorecen a Duarte, los que realmente saben adelantan que el “bueno” es Mota. A Camacho lo descartan por su relación con Enrique Peña Nieto. Su ascenso podría no ser del agrado del senador Beltrones, amigo de Gamboa y aspirante no declarado a la presidencia de la República.

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